En este caso, la utilización de la palabra "gélida" no es un recurso literario para decir que hacía mucho frío, es literal, al llegar al coche los cristales estaban totalmente congelados y de hecho he salido un poco más tarde de lo previsto porque no ha sido tan fácil deshacerme de esa fina pero persistente capa de hielo y poder ver con cierta claridad a través de ellos, pero ha valido la pena el madrugón, el frío y todo; las olas aunque no eran grandes, estaban ordenadas y peinadas por una brisa offshore casi imperceptible y el cielo totalmente despejado, con lo que el sol al poco de entrar al agua ya empezaba a calentar y he estado disfrutando en soledad de esas condiciones (que me recordaban a esos amaneceres glassy en California que tan bien capta Morgan Massen) algo más de dos horas, la fuerza estaba bajando con lo que a una primera sesión de surf, cuando el cansancio hacía mella y las olas disminuían, le ha seguido una sesión de bodysurf para ya dejarme exhausto y casi saciado tras tres días seguidos de olas, algo que no había imaginado ni en mis mejores sueños que pudiese suceder en esta zona del Mediterráneo.
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