El pasado domingo, motivado por la divertida sesión de surf del sábado por la tarde y un parte de olas que mejoraba el del día anterior, salí de casa todavía de noche, dispuesto a entrar al agua antes del amanecer, pero como tantas otras veces, al llegar a la playa, el mar había bajado.
Decidí moverme a una playa un poco más expuesta y aunque seguía estando muy pequeño, parecía que algo se podía hacer, pero al poco ya me sentí desmotivado; demasiados días pequeños.
No me importa coger olas pequeñas, pero intercalándolo con un baño decente de vez en cuando, cosa que no se da desde hace ya bastantes meses, con lo que no aguanté ni una hora en el agua, pero lo cierto, es que aunque pequeño, el mar estaba ordenado y el agua especialmente limpia, con lo que decidí volver a casa y cambiar la tabla por la cámara y las aletas.
No me importa coger olas pequeñas, pero intercalándolo con un baño decente de vez en cuando, cosa que no se da desde hace ya bastantes meses, con lo que no aguanté ni una hora en el agua, pero lo cierto, es que aunque pequeño, el mar estaba ordenado y el agua especialmente limpia, con lo que decidí volver a casa y cambiar la tabla por la cámara y las aletas.
Terminé pasando 4 horas más en el agua en dos sesiones distintas, divirtiéndome como un niño pequeño, persiguiendo imágenes y llevándome revolcones y aunque terminé perdiendo mis gafas de bucear favoritas, lo cierto es que me volví contento a casa.